por ComputerHoy
4 de julio de 2025
Sentir una pequeña descarga eléctrica al tocar a otra persona es más común de lo que parece. No se trata de dolor ni de un fenómeno misterioso, sino de un efecto físico perfectamente explicado por la ciencia que se ha bautizado como electricidad estática.
Es el resultado de un desequilibrio de electrones que el cuerpo libera al entrar en contacto con otra superficie conductora. Lo curioso es que, aunque parezca un detalle menor, tiene detrás una explicación clara que conviene entender, sobre todo si te ocurre con frecuencia.
Cabe señalar que el origen de la estática no está en el roce, sino que cada vez que dos materiales diferentes entran en contacto y se separan —por ejemplo, tu ropa y tu piel, o las suelas de tus zapatos con la moqueta—, se produce un intercambio de electrones.
Algunos materiales ceden electrones con facilidad; otros los capturan, y aunque tú no lo notes, ese desequilibrio se va acumulando en tu cuerpo que, durante minutos e incluso horas, caminas con esa carga encima.
Y cuando por fin tocas a alguien —o a un objeto conductor como una manilla metálica o una puerta de coche—, se produce el efecto, donde los electrones se mueven rápidamente para equilibrar la carga, por lo que la transferencia es la chispa que sientes, una situación muy normal.
Es importante subrayar que no se trata de corriente eléctrica como la que fluye en un enchufe de casa. Aquí hablamos de electricidad estática, una carga que no fluye constantemente, sino que se acumula y se libera de golpe. La intensidad es muy baja, aunque el voltaje pueda parecer elevado.
La ciencia responde: la electricidad estática aumenta en invierno
Los expertos señalan que este tipo de descargas ocurre más a menudo en los meses fríos, y tiene una explicación sencilla. En invierno, el aire es más seco, por lo que la humedad desciende, especialmente en espacios interiores con calefacción. ¿Y qué tiene que ver eso con la electricidad? Mucho.
El agua en el aire ayuda a dispersar las cargas acumuladas, pero cuando esa humedad desaparece, tu cuerpo no tiene forma de liberar gradualmente esa electricidad, así que la acumulas. Y cuanto más tiempo pasas en ambientes secos, más probable es que la próxima persona que toques acabe recibiendo una mini chispa.
Además, las prendas típicas del invierno —especialmente las de lana, poliéster o forros sintéticos— aumentan el efecto. Estos tejidos favorecen la fricción y el traspaso de electrones, mientras que otros como el algodón son mucho más neutros.
Cuando esa descarga se produce, ocurre algo interesante a nivel físico. La diferencia de carga entre tu cuerpo y la otra superficie genera una pequeña chispa visible, lo que técnicamente se llama un arco eléctrico. Este calienta una diminuta porción de aire, lo ioniza, y a veces hasta se oye un leve chasquido.
Ese mismo impulso activa tus terminaciones nerviosas, es por eso que sientes un hormigueo, casi como si alguien te hubiera pinchado con una aguja diminuta. Aunque el voltaje puede superar los mil voltios, la energía que realmente se transfiere es muy baja —se mide en milijulios—, así que no supone un peligro para la salud. Ni siquiera para personas con marcapasos, según los expertos.
De esta manera, la ciencia afirma que no hay riesgo real, ni daño físico. Solo una sensación momentánea que, por inesperada, puede parecer más intensa de lo que realmente es, y de la cual muchas personas se sienten incómodas cuando llega a suceder.
Cómo evitar la descarga (si te resulta molesta)
Aunque no sea peligrosa, hay quien encuentra esta sensación incómoda o molesta. Por suerte, puedes tomar algunas medidas sencillas para minimizar el efecto, como aumentar la humedad en casa es una de las más efectivas.
Usar un humidificador o colocar un recipiente con agua cerca de fuentes de calor ayuda a equilibrar el ambiente. También puedes cambiar el tipo de ropa que usas. El algodón, por ejemplo, es mucho menos propenso a acumular carga estática que los tejidos sintéticos.
Otra recomendación consiste en descargar tu cuerpo antes de tocar superficies metálicas. Una forma simple de hacerlo es tocando con una llave, o con el nudillo, en lugar de con la palma de la mano. De ese modo, la chispa se produce, pero apenas la sientes.
Y por supuesto, evitar caminar descalzo o con calcetines de poliéster sobre alfombras o moquetas también ayuda a reducir la acumulación de carga.
La chispa que sientes al tocar a otra persona no tiene nada de mágico, es la manifestación visible de un desequilibrio eléctrico que se corrige en milisegundos. No causa daño, no transmite energía negativa y no tiene relación alguna con el estado emocional de las personas.
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Etiquetas: Curiosidades